domingo, 29 de mayo de 2011

EL CANTO DE LAS SIRENAS (I)


En la mujer se da el ejemplo más claro de los conflictos a que nos lleva la escisión entre un otro generalizado y un otro concreto. Conflictos que no sólo hacen a la manera en que las teorías se encaran desde el discuso occidental; sino, también, desde el lugar en que se analizan y critican dichos discursos. Es que la mujer, si no  enfrenta con propiedad el problema, corre el riesgo de mantenerse como otro de los otros; porque, sin la consideración de género, hasta el  más sometido o marginado de los hombres puede, aún, ser sometedor de una mujer. Y hasta la más lúcida  y bien intencionada de las mujeres corre el peligro de caer en los manejos del discurso oficial, presa de años de ser bombardeada con las normas que corresponden a su supuesta esencia femenina. Bien lo señala Charles Taylor: ¨Por ello, algunas feministas han sostenido que las mujeres, en las sociedades patriarcales, fueron inducidas a adoptar una imagen despectiva de sí mismas. Internalizaron una imagen de su propia inferioridad, de modo que aún cuando se supriman los obstáculos objetivos a su avance, pueden ser incapaces de aprovechar las nuevas oportunidades¨(1). O bien, como nos dice Luce Irigaray :¨Toda teoría de ¨sujeto¨ se ha adecuado siempre a lo masculino. Sometiéndose a ello, la mujer renuncia sin saberlo a la especificidad de su relación con lo imaginario.Y se coloca, una vez más, en situación de ser objetivada -en cuanto ¨femenino¨- por el discurso. Se reobjetiva en éste a sí misma cuando pretende identificarse ¨como¨un sujeto masculino¨(2).


¿ Se trata de un duelo, entonces ?  ¿En ambas acepciones: una pérdida que no puede ser reparada, y un enfrentamiento indeclinable? ¨No es facil prever si en este juego quien -¿ aquel que?- haya recuperado y acumulado el mayor número de fichas será el vencedor¨, cuestiona Irigaray. Si llegáramos a la ¨reconciliación con el otro, aprendiendo la solidaridad o fraternidad como el nombre verdadero de la igualdad y la libertad¨,como aconseja el Liceciado Cullen (3),¿sería suficiente?. ¿O se impone ¨multiplicar hasta la exasperación el desprecio¨ ?, se pregunta Irigaray.(4) Parece evidente que se requiere,al menos, plantearse de modo nuevo el tema y las preguntas sobre él. ¨Plantear preguntas nuevas o cambiar la forma de preguntas antiguas es siempre revolucionario: la manera en que se plantéa una pregunta, en efecto, determina la respuesta¨, sostiene Giulia Colaizzi (5). Porque, ya se sabe, como dice un personaje de Simone de Beauvoir,  ¨las respuestas son ecos¨ (6).